Los aguacates siempre están presentes en los supermercados. Esto no es un milagro, sino el resultado de la globalización: actualmente, la temporada de aguacates procedentes de España, Marruecos y Portugal ha concluido. Aunque todavía se pueden encontrar aguacates israelíes, pronto los estantes estarán repletos de aguacates llegados de países como Perú, Brasil, Sudáfrica o Kenia.
El mundo sigue girando incesantemente. Es el momento de reflexionar sobre lo que ha ocurrido en los últimos meses, y hay novedades interesantes.
Quizás “novedades” no sea la palabra adecuada. “Da pena ver cómo están las cosas”, comentó hace algo más de un año José Linares, presidente de Trops, un importante productor de aguacates y mangos en Málaga. No le faltaba razón. En 2023, la costa subtropical de Granada perdió casi el 90% de sus cosechas de mango y aguacate. En Málaga, la facturación se redujo casi a la mitad.
El panorama para 2024 no parecía prometedor.
Especialmente porque uno de los principales sustitutos del aguacate español, el peruano, enfrentaría severos efectos de El Niño.

Pero entonces apareció Marruecos. Mientras en España los árboles se secaban, Marruecos disfrutaba de condiciones climáticas casi ideales: escasos vientos secos y cálidos, ausencia de tormentas y una buena disponibilidad de agua. Esto, junto con el incremento de las áreas de cultivo y el correcto desarrollo de los árboles, resultó en un aumento de la producción de 30,000 toneladas, un 50% más que la campaña anterior.
Esta situación provocó una caída en los precios que afectó severamente a los productores locales.
La gran incertidumbre ahora es qué ocurrirá a continuación. Hay un cierto optimismo entre los agricultores españoles, quienes se sienten aliviados al ver los embalses llenos. Sin embargo, como sucede con el aceite, se teme que algunos consumidores no regresarán. ¿Cómo se mantendrá este equilibrio internacional?
Según recogía FreshPlaza, François Bellivier de Capexo lo ve claro. “Marruecos ha destacado este año con una campaña de gran volumen y productos de muy buena calidad. Si la producción marroquí sigue en esta línea, y no se producen desastres meteorológicos significativos, esta procedencia podría dominar una gran parte del mercado en los próximos años”.
La incógnita de Marruecos. La advertencia de Bellivier no es sin razón. Aunque la agricultura es crucial para la economía marroquí, el país enfrenta los mismos desafíos que España: escasez de agua, cambio climático y degradación ambiental. Así, mientras Marruecos inunda el mercado europeo con sus productos, existen tensiones internas que crecen (ocultas por un sistema político que no representa adecuadamente los intereses de su población).
La pregunta es cuánto tiempo podrán manejar estos problemas socioecológicos a mediano y largo plazo, especialmente en medio de una crisis de aranceles que agrava la situación.
Imagen | Gil Ndjouwou | After Moiz
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